viernes, 6 de enero de 2012

AMENAZAS MUNDIALES




El 11 de septiembre del año 2001 cambió la historia de la humanidad, con los atentados terroristas, el mundo pudo observar en directo el derrumbe de los símbolos del poder económico y militar de la Superpotencia que ejercía la hegemonía en el sistema financiero y en el ordenamiento de la seguridad y defensa. Además, puso a pensar en las grandes amenazas que existen y afectan actualmente a todo el universo, las cuales se tendrán que enfrentar con seriedad más temprano que tarde. Estas son: el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas, la economía subterránea y la corrupción.

El terrorismo o enemigo sin rostro, integrado por organizaciones poderosas con grandes ramificaciones y apoyos internacionales coordinados, se constituye en la principal amenaza con capacidad de adelantar actos suicidas y utilizar armas atómicas o biológicas que ponen en peligro la humanidad. Este, desde hace tiempo, venía actuando en muchos países para desestabilizar los regímenes existentes pero jamás se había atrevido a meterse en el corazón de las superpotencias y atentar contra sus intereses de seguridad y desarrollo.

El narcotráfico o cáncer de la humanidad extendido con grandes tentáculos a largo y ancho del universo con sus organizaciones infiltradas en los sistemas financieros, en la agricultura, en la ganadería, en la construcción, en el comercio, en la política, en el campo militar y en los tuétanos de toda la sociedad. Esta amenaza por cobardía política se ha venido combatiendo en los países productores únicamente, mientras se deja por fuera las grandes organizaciones internacionales que se encargan del tráfico, consumo y lavado del dinero. Los órganos de inteligencia de Colombia y de otros países han informado en su oportunidad la gravedad y complejidad del problema de las drogas, han sugerido la adopción de estrategias internacionales para controlar el consumo, reprimir el tráfico y adoptar políticas serias de sustitución de cultivos. “La guerra contra las drogas debe seguir una estrategia mundial y no hacerla únicamente en los países pobres sin recursos”.

El tráfico de armas es una de las grandes amenazas que ha sido tolerada principalmente por todos los países productores después del fin de la guerra fría; las armas convencionales pesadas y las nucleares han sido las únicas que han merecido la atención en los esfuerzos de las organizaciones internacionales en materia de control de armas. El control y vigilancia de armas químicas y biológicas que pueden ser utilizadas por los terroristas no han merecido la atención requerida por las organizaciones internacionales de la ONU, OEA y la OTAN. El control de armas ligeras convencionales como los revólveres, pistolas, fusiles, carabinas, ametralladoras, lanzacohetes, minas antipersonales y granadas, empleadas en todos los países por la subversión, el narcotráfico, las autodefensas, los escuadrones de la muerte, el terrorismo, la delincuencia común y que afectan la estabilidad de los Estados no ha merecido la atención y se ha llegado a considerar su empleo como un asunto de soberanía en el cual la subversión puede usarlas para desafiar el poder de los Estados. Las armas ligeras y municiones constituyen una porción muy grande del mercado clandestino de las armas; “después del narcotráfico, es el negocio más rentable y lucrativo del mundo”. (The Economist, mayo 16 de 1992).

La economía subterránea o economía subversiva siempre ha existido en la humanidad, pero hoy, se constituye como una amenaza contra los estado del mundo ya que ésta ha socavado los cimientos de las economías legales al ponerlas en peligro con sus dineros golondrina que vuelan de país en país donde se le preste mayor seguridad y se le garantice las mejores ganancias. “Mientras los estados ejercen un control sobre el oro, la droga y las divisas, las organizaciones internacionales de la economía subterránea trafican con el oro, la droga y las divisas”. Hoy la economía subterránea está manejada a nivel mundial por los contrabandistas, traficantes de drogas, de armas y lavadores de divisas que constituyen grandes organizaciones que ponen en peligro la seguridad de los países.

La corrupción es una amenaza que afecta el mundo y está incrustada en los niveles más altos en los diferentes campos del poder económico, político, social y militar de todos los países sin excepción. La corrupción permite o tolera la existencia de la economía subterránea, el contrabando, el tráfico de armas y de drogas y la acción encubierta de todos los terroristas del mundo. En el sistema capitalista la corrupción ha permitido la conformación de gobiernos impopulares y la legitimación de cualquier forma de riqueza; para esto ha utilizado instrumentos eficaces como las amnistías tributarias, la liberación de cambios, las ventanillas siniestras, que borran el origen ilícito del dinero lavado o administrado. “Si en la cúpula de los Estados se convive con el delito en todas sus formas no hay porqué extrañarse que en las bases proliferen los mismos delitos para incrementar el patrimonio o garantizar la subsistencia cotidiana”.

Además existen otras amenazas que hoy afectan la estabilidad de los países en subdesarrollo como son la subversión y el fanatismo ideológico, la delincuencia organizada, las cuales tienen que ser afrontadas con mucha seriedad por los respectivos países antes de que estas capitalicen la situación de inconformidad social producidas por el desempleo, la pobreza, la miseria e impulsada por bandidos de la economía subterránea.

Para contrarrestar todas estas amenazas es necesario reorganizar los procedimientos económicos, políticos, sociales y en los organismos de defensa y seguridad para lo cual se hace necesaria la integración y la cooperación de todos. Es conveniente reevaluar las políticas del neoliberalismo que permitieron a los corruptos vender a menos precio las empresas que cumplían con una función social, que acabaron con la industria y la agricultura de los países y que permitieron el desempleo, el aumento de la pobreza y de la miseria de todos los países subdesarrollados. Ademas, se requiere la reestructuración de los sistemas de inteligencia para descubrir a los verdaderos responsables y no afectar a la población civil sana donde los delincuentes se camuflan.

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