domingo, 20 de diciembre de 2009

EL SALTO MORAL

Dios, al crear el Universo, le dio a Colombia el privilegio de ser el paraíso del mundo por su ubicación geográfica, por su variedad de climas, por lo imponente de sus montañas, por la inmensidad de sus selvas y llanuras, por la belleza de su flora, por la variedad de su fauna, por la abundancia de sus recursos y por la riqueza de sus suelos. A éste paraíso sus gentes llevadas por la incapacidad, la intolerancia, la avaricia, la soberbia, la injusticia, el odio, la hipocresía, la cobardía, la indolencia, la insensatez y la corrupción la tienen postrada y al borde de la muerte; casi todas las Instituciones que componen su organismo están en crisis y tienen olor fétido y producen náuseas.

Si se hace una comparación con la época que vino Cristo al mundo se tiene que existe una situación de crisis moral parecida:

El imperio que domina el mundo al igual que el Romano es soberbio y está carcomido por el vicio; es allí donde se han formado algunos dirigentes los cuales se entregan y son fieles servidores a sus intereses sin importarles un comino nuestras riquezas, nuestras costumbres, nuestra nacionalidad y nuestra soberanía.

Existen publicanos que imponen cargas asfixiantes al pueblo haciéndolo cada día menos capaz de satisfacer sus necesidades básicas y permitiendo que hombres como Saqueo se roben los tributos sin que exista ningún castigo y sin que jamás tengan el arrepentimiento de devolverlos.

Los ancianos y príncipes, herederos del Poder, con su sabiduría y vanidad hacen oídos sordos al clamor ciudadano y sólo defienden con vehemencia los intereses de sus familias y de sus clientelas que les sirven ciegamente.

Algunos sacerdotes olvidaron la esencia de su misión pastoral de llevar la doctrina del perdón, la convivencia, el amor entre hermanos no resistieron la tentación del Poder y han comulgado con la corrupción política y económica para no perder los privilegios y mantener su sitial de honor social dentro del contexto nacional.

Existen escribas que utilizan diferentes medios de comunicación que dicen pregonar la verdad pero que en realidad no hacen más que crear confusión, fomentar la apología del delito y acabar con nuestra imagen en el exterior.

Los concilios y sanedrines al nivel nacional, departamental y municipal han sido penetrados o infiltrados por los fariseos que buscan únicamente satisfacer sus apetitos insaciables del poder sin importarles la pobreza, la indigencia y la ignorancia de sus electores; éstos no son más que sepulcros blanqueados con la podredumbre por dentro.

Los barrabases, hoy llamado asaltantes, bandoleros, guerrilleros o traficantes, siguen sembrando dolor en los campos y en las ciudades, obligando al Estado a hacer inversiones exageradas que podrían ser utilizadas en la educación y desarrollo del pueblo, estos, aprovechando la ingenuidad de los gobernantes han logrado aumentar sus legiones amparadas con la cortina de la indolencia y de su posible arrepentimiento sin condiciones.

Hay ricos como Epulón que le hacen culto al dinero y amontonan riquezas sin inmutarse por los padecimientos de sus empleados y mendigos que podrían saciarse con las migajas que sobran en las mesas de la opulencia.

Los judas cada día aparecen en todas las Instituciones, para venderlas por un plato de lentejas o cualquier moneda, para acabar con su prestigio o para causar la muerte súbita de aquellos que los engrandecieron y apadrinaron.

Existen ovejas perdidas o endemoniados que invaden las calles sin que el gobierno y la sociedad, se den cuenta que éstos son hermanos que cayeron en el fango y que necesitan una mano amiga para salir de él. ¿Cómo se puede pensar en un Salto Social cuando ni el Gobierno ni el Congreso se han interesado en solucionar la indigencia y el desamparo de la calle del cartucho que sólo está a dos cuadras del Palacio de Nariño y del Capitolio Nacional?.

Para afrontar ésta colosal crisis, es necesario que surja un líder con carisma que sea capaz de: sacarle el diablo al país, acabar con esa terrible inmoralidad de reparto del ponqué burocrático entre los dos partidos, terminar con la odiosa costumbre de hacer pactos políticos para tapar la corrupción y ocultar la verdad, buscar doce apóstoles con fe en la democracia, que sean pescadores de hombres honestos, que lleven la verdad a todos los rincones de la patria y crear conciencia de cambio en cada hombre, en cada familia, en la sociedad y así producir el milagro del salto moral que es el que pedimos a gritos todos los Colombianos.



* Periódico de Acore., Septiembre de 1995
* La República , Enero 11 de 1998

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