domingo, 27 de febrero de 2011

ESPERANZA DE PAZ*

"La paz es una empresa
de todos los colombianos".


Cuando el barco de la Patria parece naufragar en el mar de la indolencia, con vientos huracanados producidos por la crisis política, económica, social y teniendo como principales componentes la corrupción, la indiferencia ciudadana, la injusticia, la impunidad, la inseguridad, el desempleo, la recesión, el narcotráfico, el clientelismo, el atraso político, el hambre y la violación de los derechos de los demás, la entrega de los soldados secuestrados en "Las Delicias" por las FARC, mediante acuerdo con el gobierno, constituye un hecho sin precedentes en la historia de Colombia, pues aunque se presentó al mundo la imagen de la convivencia de la población con la guerrilla y la debilidad de la nación para contrarrestarla, también es cierto que se abrió una puerta para que se entrara una luz de esperanza para iniciar un proceso de paz. Aunque el momento no era el apropiado, por múltiples circunstancias, el país pudo darse cuenta que se puede lograr la paz o hacer la guerra si se tiene voluntad política y si participan todos los colombianos como lo señala la Constitución Nacional en su artículo 22: "La paz es un derecho y un deber e obligatorio cumplimiento".

Seguramente basados en lo anterior y con la idea de revivir la convivencia pacífica, los empresarios Augusto López Valencia, Luis Carlos Sarmiento Angulo, Carlos Ardila Lule y Adolfo Arango, dieron un paso y un ejemplo valioso cuando en forma respetuosa solicitan al Jefe del Estado: "Proceda a dar los pasos necesarios para iniciar y llevar adelante el proceso de paz que desde hace ya muchos años es el mayor anhelo de los colombianos y para lo cual ofrecemos nuestro apoyo y la colaboración que estime conveniente". Quiera Dios que otros sectores como el político, el agrícola, el ganadero, el estudiantil, el industrial, el bancario, los sindicatos, la iglesia, los medios de comunicación y la ciudadanía en general dejen de ser críticos inactivos, colaboren en este proceso y carguen la maleta que les corresponde para comprometerse y acabar con los factores generadores de violencia.

Los partidos políticos pueden dejar atrás la soberbia, la corrupción, el clientelismo y los odios enfermizos contra sus adversarios pues Colombia es un estado social de derecho, pluralista, fundado en el respeto de la dignidad humana y con participación de todos sus miembros. Estos deben presentar propuestas concretas sobre la paz y demostrar con hechos la prevalencia del interés general sobre las ambiciones de poder e intereses individuales.

El sector agropecuario encabezado por sus principales federaciones o asociaciones debe untarse de pueblo y oír a los campesinos, hacer un diagnóstico real sobre la influencia del narcotráfico, la inseguridad en el campo y colaborar activamente en la solución del problema de los desplazados o los desterrados. Este sector debe movilizarse volcándose a la producción pecuaria y a los productos rentables mediante un plan estratégico que señale qué productos, qué tierras son rentables y quienes van a comprar esos productos para evitar se saturen los mercados con el mismo producto en determinada época lo cual trae como consecuencia perdidas a los agricultores y a los ganaderos.

El sector estudiantil, especialmente el universitario, puede ocuparse en hacer estudios y presentar soluciones sobre diferentes aspectos en lugar de tantas protestas que afectan la tranquilidad, que permiten el crecimiento de aquellas personas enemigas del orden y que viven de la guerra.

El sector industrial puede hacer mucho por la paz invirtiendo en el país, generando mas empleo, y disminuyendo la importación de productos que se producen internamente como el trigo, la cebada, la carne, el maíz, el arroz, etc., lo cual ha llegado a la actual crisis agropecuaria y a muchos a recurrir a actividades ilícitas.

El sector comercial puede disminuir el contrabando y por intermedio de sus asociaciones puede elaborar planes estratégicos que permitan el desarrollo del sector orientado a la ciudadanía hacia el establecimiento de negocios rentables los cuales deben estar encadenados con otros sectores de la economía.

El sector bancario tiene que disminuir las tasas de interés y establecer políticas cambiarias acordes a la situación para reactivar la inversión pues el alto costo del dinero registrado en los últimos años es el principal obstáculo que enfrentan los empresarios lo cual ha generado más desempleo y más inseguridad.

Los sindicatos tienen que hacer conciencia de la crisis que vive en país por el desmonte del estado paternalista, por las dificultades de recesión a nivel mundial y coadyuvar en la solución de los problemas buscando más bien la participación de los obreros, haciéndolos pequeños accionistas para así lograr una mejor producción y mejores ganancias.

La Iglesia sin distinción de credo puede devolver la fe a los colombianos, lograr que cada ciudadano tenga paz interior y en sus hogares, logrando así la convivencia y el respeto por los demás. "No se requiere solo pregonar la doctrina social sino hacer obras que beneficien a la comunidad". Es necesario que la iglesia se dedique a buscar las ovejas perdidas y a convencerlas que vuelvan al redil bajo el principio del perdón sin hacer protagonismo y sin participar en la burocracia y en las mieles del poder.

Los medios de comunicación se constituyen en el poder más importante para lograr la paz pues ésta se logra el día que se obtenga la victoria en la conciencia de los colombianos y cuando las partes en conflicto entiendan que la guerra siempre termina en una mesa de acuerdos o de negociación.

El gobierno en cabeza del Presidente de la República y en cumplimiento de la Constitución Nacional y las leyes promulgadas por el Congreso, con la asesoría controladora de la Corte Suprema de Justicia la Corte Constitucional y la consulta del Consejo de Estado debe generar las directrices y políticas de la paz para lograr la unidad de procedimientos en todos los niveles, conseguir la honestidad y eficiencia en todos los organismos de la administración, eliminar la marginalidad territorial, buscar el mejoramiento de todos los niveles culturales y sociales de todos los estratos de la población, generar el empleo racional del potencial humano particularmente de aquella población considerada inactiva y cumplir con decoro y eficiencia los compromisos internacionales en materia de cooperación colectiva.

El Estado tiene que dejar e ser alcabalero y no incrementar más los tributos que asfixian a la población especialmente a la clase media la cual cada día se empobrece mas y no puede satisfacer sus necesidades básicas como son la educación, la vivienda, el vestuario y la alimentación.

La ciudadanía en general que es la que ha sufrido desde hace mas de 50 años las consecuencias de la lucha interna e irracional no puede seguir indolente y presa en las casas, secuestrada en las ciudades o andar con un ejército de guardaespaldas o vigilantes para que le protejan la vida, la honra y los bienes. Tiene que participar y darse cuenta que la Empresa de la Paz no es una responsabilidad únicamente de las Fuerzas Armadas sino de todo el pueblo colombiano.





*Periódico OIR, Agosto de 1997

No hay comentarios:

Publicar un comentario