domingo, 27 de febrero de 2011

NARCOTRAFICO Y El PODER

Por Héctor José Corredor Cuervo


Cuando en cualquier país se trata el problema del narcotráfico y su relación con el poder, muchos políticos, empresarios, periodistas, banqueros y personas influyentes socialmente ponen el grito en el cielo por ignorancia, por tolerancia, por conveniencia o complacencia para tratar de minimizar o tapar la amenaza más compleja y de mayor impacto que ha tenido el Universo que involucra directa o indirectamente a gran parte de la población y que comprende el cultivo, la producción, el trafico, la distribución, el consumo, el lavado y la inversión de dineros de la economía subterránea.

El narcotráfico, en todos los países a través de la historia, siempre se ha tratado con una doble moral por la sociedad y por los gobiernos manteniendo posiciones ambivalentes de tolerancia, para permitir el ingreso y la inversión de los narcodólares y la represión para disminuir las presiones, detener o retardar un poco la desestabilización social, política y económica. Los países desarrollados donde se originó el problema y que cuentan con todo el poder para erradicarlo, no adoptan políticas concretas ni emplean los recursos suficientes para contrarrestar el tráfico, consumo y la inversión de los dineros del narcotráfico pero siempre exigen a los países subdesarrollados con grandes desequilibrios y desigualdades hacer la guerra al cultivo y a la producción en medio de la pobreza y del atraso.

En América desde que llegaron los Españoles, estos advirtieron el consumo de la coca indígena para aguantar el hambre y las penurias, pero solamente le dieron la trascendencia cuando se percataron de que su comercialización en el mundo daba grandes dividendos; fue así como en los siglos XVI y XVII florecieron simultáneamente con el tráfico coquero otras actividades como la subfacturación de negros, el tráfico ilegal del oro y el contrabando, las cuales eran dirigidas por mercaderes procedentes de Europa central, Medio Oriente y Africa, los que montaron una gran red internacional especialmente en el Caribe aprovechando la idiosincrasia y necesidades de sus pobladores. La coca indígena utilizada para el "Mambeo" perdió su importancia cuando el químico Europeo LABERT NIEMANN en 1844 inventó la cocaína con una preparación de coca, éter, gasolina y otros químicos, invento que fue perfeccionando cuatro años más tarde por WIHEM LOSSEN quien estableció la formula del clorhidrato de cocaína o hidrocloruro de cocaína que son los nombres más conocidos en el mundo.
En los Estados Unidos el tráfico dirigido por Europeos y Norteamericanos en el siglo pasado tuvo gran auge por su falta de control hasta 1906 cuando el gobierno estableció un drástico control sobre el transporte interestatal de bebidas y alimentos que tuvieran cocaína e impusieron la restricción de las hojas de coca. Esta prohibición aumentó los precios y desplazó a los Europeos del negocio quedándose los Norteamericanos dueños de las pistas, aviones, barcos, lanchas y medios de comunicación hasta el año de 1970 aproximadamente cuando los varones de la droga Latinoamericanos que habían estado ocultos con el contrabando de cigarrillos, de licor, de electrodomésticos y de marihuana se apoderaron de la producción y del tráfico hasta el Caribe; luego a mediados de la misma década extendieron sus tentáculos y se mezclaron con las redes internacionales y empezaron a ser protagonistas.

En Colombia el narcotráfico entró por la puerta grande con la venia de políticos, comerciantes, empresarios, ricos y pobres. En un comienzo, los personajes del narcotráfico eran tolerados y solicitados para obtener el apoyo de las campañas políticas y para vender caras sus fincas, residencias o paquetes de acciones de empresas quebradas o al borde de la quiebra, para asistir a sus parrandas de derroche, para incursionar con ellos en negocios, para hacer la apología de la actividad, como el caso de las telenovelas de la Mala Hierba y el cacique Miranda, para financiar deportes y aún auspiciar obras de beneficio social.

Esta situación de tolerancia y de inconsciencia en Colombia se mantuvo hasta el comienzo de la década de los ochenta cuando Estados Unidos inició su intervención con su política de represión, consistente en combatir el delito fuera de sus fronteras y cuando la clase emergente obtuvo un poder real y pretendió participar directamente en política y hacerse sentir en la vida social y gremial.

El poder social ejercido por una clase hegemónica tradicional con jefes naturales por abolengo o derecho propio, los cuales están instalados en la cima del bipartidismo clientelista que permite el cesarismo presidencial, se vio amenazado cuando los nuevos ricos en poblados y ciudades desplazaron a los antiguos gamonales que detentaban el poder.

El poder económico manejado por un grupo limitado de empresarios, que tomaban decisiones y que con su dinero influían en la elección del gobierno y en las decisiones de éste fue suplantado por otros más poderosos que se adueñaron del país involucrando a muchísima gente en sus negocios, directa o indirectamente.

El poder político ejercido por dirigentes con prácticas corruptas como la compra de votos, el tráfico de votantes, la suplantación, la intimidación, el doble registro electoral, el falso registro de datos, la desaparición de planillas y los escrutinios amañados fué penetrado por los capos para utilizar su dinero en las mismas prácticas con la finalidad de elegir o buscar el nombramiento de personas en puestos de importancia y que les sirvieran para legislar o manejar el país de acuerdo en sus intereses.

El narcotráfico adquirió tanto poder en Colombia que es una realidad observar diariamente sus grandes capacidades para cambiar, detener o modificar cualquier iniciativa que incomode sus propósitos. Algunos medios de comunicación hacen comentarios y hacen publicaciones en las cuales se relacionan a personas involucradas con el negocio como las más influyentes y poderosas.

De lo anterior se puede concluir que el negocio, de la multinacional más grande del mundo, no la iniciaron los nativos de Colombia, Perú, Bolivia y que el negocio involucra a todas las naciones del mundo directa o indirectamente.

Si se quiere hacer frente al negocio del narcotráfico y tener éxito se requiere que todos los países del mundo desarrollen el poder moral, faciliten la cooperación internacional, afiancen las economías sin los dineros del narcotráfico, obtengan el apoyo de la población y adopten medidas de ordenamiento económico para dificultar el narcotráfico y disminuir su rentabilidad.

"No se puede ganar una guerra si no conoce al enemigo, si no se cuenta con el apoyo de toda la población, si no se obtiene la cooperación internacional y si no se emplea a fondo el Poder Nacional”.

Agosto 7de 1994

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