domingo, 27 de febrero de 2011

INTERESES EN UNA GUERRA

Por Héctor José Corredor Cuervo



Cuando los colombianos vemos, por los diferentes medios de comunicación, las acciones que se desarrollan en Venezuela de organización de un teatro de operaciones, de movilización de tropas, de declaraciones hostiles, de desalojo de nacionales de la frontera, de agitación de masas, etc., no podemos menos que pensar que se está haciendo una guerra psicológica y que puede haber una guerra de posiciones con nuestros hermanos; con los mismos que ayer marchamos bajo las órdenes del Libertador en Boyacá, Pichincha, Junín y Ayacucho, con el único pensamiento de romper las cadenas de la tiranía, conseguir la unión y “Formar en América la nación más grande del mundo, menos por su extensión y sus riquezas que por su libertad y gloria”. (carta de Jamaica).

Se quiere mostrar al mundo la acción de unos apátridas bandoleros como una agresión sin pensar que éstos no tienen ninguna legalidad de Colombianos y que están comandados por un cura extranjero, que con ideologías foráneas han sembrado muerte, desolación y hambre para conseguir sus objetivos de destruir nuestra nacionalidad e integración.

El estado de crisis latente en lo político, en lo económico y en lo social que viven ambos países y que ha dado origen a vulnerabilidades comunes como: la falta de unidad nacional, el deseo insaciable de dinero fácil, los grandes desequilibrios sociales, el descontento y la pérdida de confianza en los gobiernos, la dependencia económica y financiera, la resistencia a cambios estructurales reales por la pérdida de privilegios, la falta de verdadera conciencia política y la falta de coordinación de esfuerzos, es explotada hábilmente por quienes tienen intereses reales y no permite ni siquiera pensar en el éxito de una guerra absurda que sólo sirve a los intereses de los enemigos del orden y de la libertad.

Favorece los intereses de los enemigos del pensamiento Bolivariano de “Buscar la liberación Americana, de dar a los estados un sistema político acorde con las circunstancias y conseguir la unión Hispanoamericana”.

Le sirve al narcotráfico que cuenta con organizaciones nacionales e internacionales y con elementos enquistados en lo más alto de las estructuras del poder en diferentes países para lograr disminuir la presión que se puede hacer sobre sus grandes capitales y sus agentes lavadores de dinero.

Favorece la narcoguerrilla que quiere internacionalizar el conflicto para sacar ventajas y que al igual que Sendero Luminoso del Perú y el Ejército Zapatista de Liberación de México, cumple consignas de organizaciones internacionales para fomentar la inconformidad y acabar con nuestra identidad y soberanía.

Le sirve a los intereses de las Organizaciones No Gubernamentales (O.N.G.) que apoyan el establecimiento de otra tiranía financiera y económica bajo el concepto de “Un orden nuevo” no hispanoamericano y que pretende acabar con nuestra independencia, nuestras Fuerzas Armadas y nuestra identidad.

Le interesa a algunos políticos que ven la tensión de guerra como una jugada estratégica para tapar los males de la corrupción, la amenaza de la deuda externa y la incapacidad de aceptar la democracia real y participativa.

Quiera Dios que Colombianos y Venezolanos tengamos la inteligencia para darnos cuenta de la realidad y como reza el Preámbulo de nuestra Constitución de 1991 sigamos “Impulsando la integración de la comunidad Latinoamericana” para ver realizado el sueño del Libertador y poder seguir meditando en la grandeza de sus palabras: “Amo la libertad de América más que la gloria propia; y para conseguirla no he ahorrado sacrificios; unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa”.



Julio 19 de 1996

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