domingo, 27 de febrero de 2011

LA GRAN REPRESA SOCIAL

"El hombre de honor no tiene más patria que aquella en la que se protegen los derechos de los ciudadanos y se respetan el carácter sagrado de todos los hombres libres y justos sin distinciones de origen y condición".

Bolívar


LA GRAN REPRESA SOCIAL*

Por Héctor José Corredor Cuervo

Como experto en seguridad, he venido escribiendo sobre las grandes amenazas que tiene Colombia, sin lograr despertar el interés requerido para prevenir la gran tragedia que se puede producir al reventarse los diques de contención de la gran represa de la inconformidad que se ha venido formando con los ríos de corrupción, de la injusticia social, de la inseguridad y con la imposición de cargas tributarias.

La corrupción según algunos psicólogos es un fenómeno endémico ligado a los orígenes mismos de la vida de la nación. Para quienes la analizamos con sentido de seguridad, esta se ha formado con los afluentes de la corrupción política, la corrupción administrativa y la corrupción social.

La corrupción política no es de ahora, basta echar un vistazo a la historia del siglo pasado para advertir que la alternancia de los partidos en el poder, con raras excepciones, no se hizo ni se ha hecho en forma limpia; el partido que ha estado en el poder ha utilizado la coacción, la violencia y las prácticas que invalidan la pureza del sufragio como son: las manipulaciones de mecanismos electorales, el manejo clientelista de la población, la compra de votos, el trasteo y suplantación de votantes. Es así como se mantuvieron las hegemonías conservadoras desde 1886 hasta 1930 y la liberal hasta 1946, tiempo en el cual se inició la persecución política que dio origen a la confrontación armada entre las fuerzas del gobierno y los movimientos armados que se tomaron los campos. Hoy cuando no existe la guerra entre liberales y conservadores cuando el comunismo se derrumbó, el país continua postrado en medio de "Fuegos Cruzados" como señala Enrique Santos Calderón en su libro "Está en guerra el estado y sus diversos estamentos con la guerrilla, con los narcotráficantes, con la delincuencia común rampante; pero esa es una lucha que no conmueve que no compromete a los hombres y a las mujeres del común de Colombia porque no creen en sus dignatarios".

La corrupción administrativa es una enfermedad crónica que se inició en los mismos albores de la independencia teniendo que decretar el Liberador en 1824 la pena capital a los funcionarios públicos a quienes se les hubiera comprobado haber malversado o haber tomado para sí los fondos públicos. Actualmente el río de la corrupción es incontrolable en gastos exagerados de una burocracia inoperante, en los gastos de atención y de viajes, en asaltos inmisericordes que le hacen funcionarios en todos los niveles a fondos del Estado para enriquecerse ilícitamente, para adelantar campañas políticas o de mejoramiento de imagen y en gastos superfluos sin planeación que no requiere la población.

La corrupción social producto de las aspiraciones desmedidas y del clientelismo; permitió la libre entrada de los dineros de dudosa procedencia a la política, al comercio, a la industria, a la banca y en general en toda la sociedad. Los valores morales se cambiaron por el poder del dinero que ha permitido modificar los comportamientos de la sociedad y cambiar las normas constitucionales y leyes que no favorecen a sus intereses.

La injusticia social es otros de los principales componentes de esa gran represa, los campos están desolados porque los dueños del dinero o del poder político desplazaron a todos los labriegos o aparceros; las ciudades están llenas de cinturones de miseria y de hambre, los campesinos que aún quedan en el campo tienen que someterse a los dueños del poder actual ya que el Estado perdió su autoridad.

La imposición de cargas tributarias que asfixian a la clase media y la aplicación de las teorías neoliberales, como la apertura y el libre comercio, aplicables en países desarrollados; pero que en los países subdesarrollados estas lo hacen más dependientes y pobres constituyen un detonante peligroso que puede romper el equilibrio y los diques de contención como son las Fuerzas Armadas, la clase media, la iglesia y los medios de comunicación.

En estos momentos de crisis cuando la represa esta a punto de estallar es conveniente que todos los Colombianos hagamos un alto para reflexionar con cabeza fría y producir explosiones de inteligencia que iluminen el camino que tenemos que seguir. ¿Hasta cuando será que todos los Colombianos reconocemos que hemos cometido errores y que podemos darnos la mano como hermanos? ¿Hasta cuando podrán aguantar las Fuerzas Armadas los ataques políticos y los atropellos de sus dirigentes cuyas instituciones juraron defender? ¿Hasta cuando la iglesia puede seguir enseñando principios morales en esta sociedad que no tiene ni Dios ni ley? ¿Hasta cuando algunos medios de comunicación seguirán amparando a unos dirigentes que hoy la sociedad cuestiona por llevar el país a la situación de caos en que vivimos? ¿Hasta cuando resisten las estructuras nacionales a las arremetidas del contrabando y de la apertura sin control.

* La República Diciembre 14 de 1997

* OIR, octubre de 1997


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