viernes, 20 de mayo de 2011

CRISIS EN LAS FUERZAS ARMADAS


Por Héctor José Corredor Cuervo

En momentos cuando se oyen comentarios como el de que “los Generales son como perros sin dientes que ladran pero no muerden”, es conveniente anotar que en ésta misma columna se han venido señalando diferentes circunstancias las cuales son de suma gravedad, que podían afectar la moral y el nivel operacional de las tropas y por lo tanto sus mandos honestos tenían que reaccionar tarde o temprano al rebosarse la copa. Estas circunstancias se relacionan con el trato inadecuado del estamento civil, el divorcio entre la política y la estrategia, la corrupción del régimen, la violación de la Constitución Nacional, el irrespeto a los derechos adquiridos, la carencia de servicios asistenciales, el incumplimiento de la ley 4 de 1992 y la falta de equidad, la injusticia del servicio militar obligatorio, la incomprensión en el cumplimiento de la misión, la inadecuada dirección del empleo de la Fuerza Pública, etc.

El estamento civil y especialmente las cabezas de algunas instituciones, que las Fuerzas Armadas defienden, han hecho rancho aparte en relación con la seguridad nacional y tratan de inculpar a todos los integrantes de las Fuerzas Armadas como criminales, en las declaraciones públicas que hacen por todos los medios de comunicación especialmente en lo relacionado con el Fuero Militar y con la efectividad de la Justicia Penal Militar establecida constitucionalmente en el artículo 116. Esto ha permitido la condena pública de oficiales, suboficiales que han sido vencidos sin ningún juicio y sin darse cuenta que las Fuerzas Armadas son un organismo viviente integrado por seres humanos que vienen de una sociedad corrupta y violenta y por lo tanto, es factible que algunos miembros puedan cometer errores o delitos que deben ser sancionados o penalizados en forma rápida por la Justicia Penal Militar.

Desafortunadamente para el país, se creó el síndrome de la Fiscalía y la Procuraduría que, por la falta de coordinación, ha contribuido en forma notoria en la baja de la moral de las tropas. Las personas que cometen delitos dentro de las Fuerzas Armadas afortunadamente son muy pocas y sus acciones tienen relación en la mayoría de los casos con la infiltración, penetración y soborno de las organizaciones al margen de la ley cuyo objetivo es el desgaste público de las tropas y el de romper su resistencia sin necesidad de combatir.

Existe un divorcio consentido entre la política y la estrategia a pesar de que la guerra es una continuación de la política; los políticos critican a las Fuerzas Armadas por su ineficiencia y éstas critican a los políticos como los responsables de la generación de conflictos y por la falta de decisión para solucionarlos. La política es la que debe señalar los objetivos nacionales en materia de seguridad para las Fuerzas Armadas deben establecer las estrategias correspondientes para lograrlos. Por lo tanto el organismo político es quien debe ser calificado de bárbaro o inmoral cuando se aplica únicamente la fuerza represiva sin adelantar las acciones políticas, económicas y sociales. Las Fuerzas Armadas se sienten solas afrontando una guerra que está dirigida contra el Estado y contra toda la población civil.

La corrupción del Régimen existente ha permitido la burocratización, el saqueo de bienes públicos; el empleo de los dineros calientes en la financiación de las campañas ha incidido en la legitimidad de las instituciones que deben defender las Fuerzas Armadas. Es muy difícil defender un régimen corrupto cuando la misión implica la defensa de la soberanía y cuando la soberanía reside en el pueblo que tiene que reprimir por acciones de autoridades carentes de ética y principios morales. La Constitución señala también a las Fuerzas Armadas como finalidad primordial, la defensa de la integridad; por lo tanto todas las acciones que se desarrollan y que pongan en peligro ésta misión, son rechazadas cuando se desarrollan acciones políticas sin contar con la participación de éstas. El militar no es un ciudadano paria que servilmente hace todo lo que sus jefes le ordenan; el militar de hoy es un hombre inteligente que tiene la suficiente entereza para hacer consideraciones que tengan que ver con la profesión y con la misión.

Los primeros en conocer la intervención internacional son los organismos de inteligencia estratégica de las Fuerzas Armadas y por lo tanto deben ser los primeros en valorar los intereses que se tienen sobre nuestra patria para poder reaccionar adecuadamente cuando se sientan presiones políticas cuyo objetivo es eliminar o disminuir la capacidad de lucha de las Fuerzas Armadas en desarrollo de planes estratégicos apoyados en muchas oportunidades por organizaciones no gubernamentales. Desafortunadamente ésta valorización parece no se ha tenido en cuanta en el proceso de paz que se adelanta, dedicándose el esfuerzo únicamente a las conversaciones directas con un solo grupo subversivo lo que ha producido malestar dentro de las Fuerzas Militares. Desde hace varios años por presiones internacionales y específicamente por el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) en desarrollo de estrategias Neocapitalistas y con el fin de disminuir el gasto público, se han enfilado las baterías contra las Fuerzas Militares para lograr su reducción sin tener en cuenta las grandes amenazas que tiene el país como son narcotráfico, la subversión, el intervencionismo, la delincuencia común cumplió, la escala que se elaboró no se hizo con equidad favoreciendo a unos pocos únicamente presentándose injusticias y desmoralización especialmente en los grados más bajos. Los dineros apropiados para tal efecto en su gran mayoría se desviaron a otros menesteres como al incremento de la Fuerza Pública, el pago de la prima de actualización y la reforma de la Policía. Esta situación ha generado inconformidad si se tiene en cuenta la disponibilidad de veinticuatro horas y los riesgos que tienen que afrontar los hombres que llevan la responsabilidad directa de las operaciones. Los hombres de las Fuerzas Armadas no son empleados públicos de ocho horas de trabajo únicamente.

El servicio militar obligatorio que establece la Constitución es injusto y está siendo prestado por las personas que carecen de palancas es decir por los de ruana, pues existen leyes que establecen el servicio en forma discriminada o que se preste. Es normal ver en todos los batallones los soldados intocables por el status que le ha dado la ley y los que si tienen que combatir por no haber logrado la educación que exige la ley. Esto disminuye la capacidad operativa de las unidades. ¿Cómo se puede defender con éxito una nación con unos hombres afectados por el virus de la cobardía?.

El estamento civil no comprende que la seguridad es una responsabilidad de todos los colombianos y que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. ¿Cómo pueden actuar unas Fuerzas Armadas eficazmente si el pueblo que defiende está apoyando más a la subversión y al narcotráfico?. ¿Con qué moral se defiende una población si ésta es cómplice de su destrucción y del ataque a la Fuerza Pública?.

La dirección política dada a las Fuerzas Armadas no es la adecuada al imperar el despotismo de estilo inquisidor omnipotente dado por los asesores de paz; la dirección política requiere una coordinación absolutamente con la estrategia militar a fin de llegar por el mismo rumbo al objetivo final.

La crisis de generales fue conjurada políticamente, más la crisis de las Fuerzas Armadas subsiste y se agravará cada día más mientras se sigan presentando circunstancias que den motivo a inconformidad. La guerra política de la subversión logrará sus objetivos cuando consiga envilecer el Estado, disminuir el poder nacional y sembrar la anarquía en todo su territorio.


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