viernes, 20 de mayo de 2011

UN NUDO GORDIANO *


Por Héctor José Corredor Cuervo

El año de 1998 ha comenzado con mucha agitación por la turbulencia de los vientos de la politiquería continuista y de la violencia que soplan la nave de la patria desde todas las direcciones aprovechando el atraso político, la pobreza y el desempleo de hombres y mujeres.

El Nudo de Gordiano de la problemática del atraso y de la violencia que no deja progresar el país hacia el desarrollo está en la ignorancia política de sus gentes y en la democracia tradicional, armada sobre los muros de la vieja sociedad del siglo XIX y sobre sus sistemas de poder representativo, que no ha podido generar cambios profundos que permitan la existencia de una sociedad equilibrada, con justicia social y con escalas de ascenso por la capacidad de sus integrantes, que no ha consentido un moderno y equitativo sistema de distribución del ingreso nacional entre las clases sociales y una política dispuesta para la efectiva participación del pueblo en la conducción del Estado. Aunque duela reconocerlo, en nuestra Patria aún perduran costumbres corruptas de origen feudal destinadas a falsear las expresiones de la voluntad pública amparadas por quienes manejan los hilos del poder como son: El empleo de la fuerza o de los diversos métodos que impiden coactivamente la libre movilización del electorado, la obtención de varias cédulas, la cedulación de menores, la compra de votos, el trasteo electoral, la suplantación de votantes, los escrutinios amañados, el robo de las urnas, la movilización de muertos, el clientelismo, el caciquismo, el gamonalismo, etc. Estas prácticas hacen que la democracia colombiana sea una de las más atrasadas del mundo en la cual sus dirigentes no tienen ninguna responsabilidad, creándose un abismo profundo entre gobernantes que se vuelven suplantadores, no interpretes de la voluntad del pueblo y gobernados que participan muy poco en la vida nacional a los que el Estado les ofrece muy poco desde el punto de vista de bienestar.

Como la democracia participativa supone una actitud responsable del pueblo orientada hacia la defensa de sus intereses y no de los intereses del futuro gobernante o representante, es conveniente que todos los ciudadanos reflexionen antes de elegir para que no sigan los mismos con las mismas y se puedan empezar los procesos que conduzcan a la paz y al desarrollo antes que comience el siglo XXI.

Todos los partidos y movimientos políticos deben iniciar su reestructuración con gente dispuesta al cambio, con personas capaces de iniciar procesos de concordia no excluyentes a fin de distensionar los ánimos anárquicos que se presentan; es conveniente que sus dirigentes dejen de pensar que aún pueden manejar el electorado como hordas y eviten atizar el fuego con líquidos cada vez más inflamables como son los del odio, la calumnia y la mentira; es indispensable descubrir a aquellas personas que carecen de liderazgo, que tiene una doble moral y que se aprovechan de las necesidades del pueblo para llegar al poder; es imperioso que los partidos y movimientos avalen a personas capaces y honestas para que representen las colectividades con honor; es conveniente que se excluyan a quienes se han mantenido en el poder sin hacer los cambios requeridos; es preciso que los partidos tradicionales dejen la estrategia de dividirse para hacer mayorías con minorías; es forzoso que se dejen las prácticas aberrantes de traficar con la violencia apoyando vedadamente o abiertamente a los grupos armados de izquierda o de derecha, pues estos son delincuentes al margen de la ley que solo causan dolor, desolación, miseria en los campos y concentraciones de indigentes en los cinturones de miseria de las ciudades.

La clase dirigente tradicional debe dejar la ambición desmedida de perpetuarse en el poder y debe entender que la democracia no se concibe como un simple producto de la presencia electoral del pueblo independiente de su contenido y dirección. ¡Qué saludable sería para el país el sólo hecho de que las personas cuestionadas o que llevan décadas en el Congreso sin hacer los cambios requeridos dejaran por estos cuatro años participaran a nuevos aspirantes honestos y capaces!.

Los grandes y pequeños empresarios que se acostumbraron a vivir con ejércitos particulares para su seguridad, deben orientar a los electores para que se vote por los mejores y tienen que asumir la responsabilidad de no apoyar económicamente a aquellas personas que en el país conoce como inmorales, incapaces y corruptas.

La Iglesia Católica o cristiana tiene el gran compromiso evangélico de poner atención preferencial a los más necesitados, asumiendo la situación en que se encuentran haciéndose vocera de los que jamás son oídos a pesar de ser los más sufridos y los que han puesto los muertos en esta absurda guerra fratricida.

Los gremios, los sindicatos y las asociaciones en general; deben constituirse en dirigentes de una democracia responsable para que sus afiliados no se sigan dejando manipular por políticos que no tienen ninguna responsabilidad con el electorado y que no se constituyen en los verdaderos interpretes de sus representados.

Las universidades, los colegios y centros de formación deben ser los semilleros donde germine la nueva Colombia, con una democracia sin vicios, participativa, pluralista, fundada en el respeto a la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general (Artículo 1 Constitución Nacional).

Toda la ciudadanía tiene que tomar conciencia de la gran responsabilidad que debe asumir al elegir los gobernantes y representantes que quiere y se merece; de esta manera se saldrá del mar de la indolencia en el cual se ve hundir lentamente pero con seguridad el Barco de la República.

La Fuerza Pública debe ser la máxima garantía del orden constitucional actuando con naturalidad y sin ninguna alineación de sus mandos con la burocracia política por ambiciones personales. Esta debe mantener las condiciones necesarias para el ejercicio de las libertades públicas. El hecho de garantizar el ejercicio del mando de un gobernante únicamente, es una función personalista no republicana porque el Estado de derecho debe protegerse de todas las posibilidades de atropello, inclusive de los que se generen en el mismo gobierno; la fuerza pública debe existir como un poder neutro insobornable con prebendas, ajeno a la ideología y al sistema de poder de los partidos.

Es hora de actuar unidos y con fe para salir del laberinto en que estamos, para que no se nos siga calificando como uno de los países más corruptos, más violadores de los derechos humanos, más violento y más atrasado políticamente. Es posible que al iniciar los cambios se presenten más tormentas pero después de que todos impulsemos la nueva Colombia, llegará la calma con el nuevo día y con un nuevo sol.

* La República., febrero 01 de 1998


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