viernes, 20 de mayo de 2011

MOVIMIENTOS CATOLICOS REBELDES

Por Héctor José Corredor Cuervo

En momentos cuando la corrupción se ha enseñoreado en el sistema político, económico, social y religioso; cuando el Estado Social de derecho y las Fuerzas Militares son atacadas desde diferentes ángulos; cuando la subversión detrás de la bandera de la paz es la principal noticia de los medios de comunicación nacionales e internacionales; cuando muchas personas utilizando las garantías democráticas las emplean para destruir la misma democracia; quienes somos creyentes no marxistas de la Religión Católica, nos duele ver aún, como obispos y sacerdotes inspirados en la "Teología de la Liberación" continúan incansablemente en la conformación de movimientos que apoyan clandestina o abiertamente a los grupos alzados en armas justificando sus acciones en el empeño de "lograr la transformación por la violencia de las estructuras de la sociedad Latinoamericana".

Estos movimientos, muchas veces parcializados defensores de los derechos humanos, en coordinación con algunos funcionarios y congresistas que han sido apoyados en sus campañas políticas por la subversión o el narcotráfico, señalan de auxiliadores o paramilitares a todo aquel civil que se atreve a discrepar de su pensamiento socialista o de las acciones de terrorismo de los grupos alzados en armas, con la certeza de que éstas imputaciones justifican el ajusticiamiento o el destierro de los señalados a manos de los subversivos. Tales grupos mediante una hábil manipulación de los medios en torno a la "Justicia, la Igualdad y la Paz", han desarrollado una guerra de desinformación nacional e internacional encargada de deslegitimar al Ejército, de desprestigiar las instituciones y personas honestas que han cumplido con su deber.

Parece se estuviera repitiendo la historia de los años cuarenta; cuando los conflictos tenían origen real en la disputa por la Tierra entre potentados sin que los campesinos que sufrían la guerra se dieran cuenta del verdadero motivo de la guerra; cuando los curas denunciaban a los liberales del villorrio vecino como "masones, herejes o ateos" para que los conservadores los consideraran enemigos y los atacaran sin piedad; cuando lo liberales, a su vez alborotados por la demagogia de los caciques, incendiaban los ranchos de sus vecinos "godos" convencidos de que así adelantaban la lucha por la libertad y la democracia. De hecho los grandes favorecidos eran los terratenientes que tenían dinero para pagar su seguridad y comprar las tierras a menor precio de los campesinos que huían de la amenaza.

Varios de estos movimientos de "curas y laicos Golcondistas" se han encargado desde la década del sesenta de la acción política y de la búsqueda de recursos económicos en agencias y organismos internacionales, cuyos fondos supuestamente se entregan a los sectores más pobres, pero en la realidad van a parar a las arcas de los integrantes de la subversión o les sirven para la compra de armas. Ahora cuando el gobierno ha hecho esfuerzos para iniciar un proceso de paz que parece ser serio, para llegar a acuerdos reales de consenso y que permitan los grandes cambios en la estructura política, social y económica, es necesario que todos estos movimientos y sacerdotes conocidos por su accionar revolucionario pongan las cartas sobre la mesa y las destapen para saber si realmente trabajan por el pueblo y por la paz o sin siguen empeñados en la "Rendición del Estado Democrático" ante los movimientos con claro tinte totalitario.

En razón a que las Fuerzas Armadas están integradas por seres humanos que salen de la misma sociedad violenta o corrupta, es posible que algunos elementos, no la institución, se dejen llevar por pasiones que los induzcan a violar los derechos humanos o a cometer acciones en contra de la ley y de los reglamentos; por lo tanto le corresponde a la sociedad denunciarlos ante los jueces competentes y a los comando investigar con prontitud para depurarlas de éstos elementos que corroen la disciplina, la moral, el honor, y las mismas estructuras.

Que servicio tan flaco le prestan al país algunos medios de comunicación que señalan a todas las Fuerzas Armadas como violadoras de los derechos humanos sin detenerse a pensar en la parcialidad con que actúan algunas personas que les dan "la chiva"; sin meditar que éstas en varias oportunidades pertenecen o han pertenecido a organizaciones que apoyan la acción violenta de los rebeldes.

Colombia requiere muchos cambios pero no fundamentos en los ríos de sangre de campesinos indefensos, de soldados y policías hijos del mismo pueblo que son los que han afrontado ésta guerra salvaje desde hace 50 años. La paz no se conseguirá jamás con acuerdos entre las élites que han manejado el país siempre o tratando de rendir al adversario mediante la aplicación de la estrategia ambivalente de buscar la paz para ganar la guerra. La paz se logrará el día en que los intereses nacionales estén por encima de los intereses personales.

¿Porqué en lugar de atizar la hoguera con líquidos cada vez más inflamables, no buscamos la reconciliación y la unión de todos, sin excluir a nadie, para hacer los cambios requeridos de acuerdo a los adelantos del mundo moderno, a las necesidades del País Nacional y a la doctrina social de la Iglesia?. El momento es propicio para lograr la unión ya que el mundo tiene los ojos puestos en Colombia; actuemos con inteligencia y con verdadero sentido patriótico antes de que seamos aislados por la comunidad internacional o permitamos la desintegración de nuestro país. Prescindamos de los factores que nos separan, para centralizar la atención en lo que tenemos en común.

* MAYO DE 1998

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