viernes, 20 de mayo de 2011

¿ZONA DE DISTRACCION?


Por Héctor José Corredor Cuervo

En el mes de septiembre de 1987, cuando se empezó a hablar del despeje de un territorio para iniciar las conversaciones de paz, expresé en un artículo los fines que lograría la subversión al entregar una “Zona de Distensión” sin existir una verdadera voluntad de paz, con un gobierno sin autoridad, con unos partidos tradicionales en decadencia, con muchos dirigentes carcomidos por el egoísmo, con una corrupción rampante incrustada en los tuétanos de todas las instituciones y con una mayoría de población indolente, que no siente el dolor por la muerte de campesinos, soldados y agentes.

Desafortunadamente, el tiempo dio la razón y hoy todos los colombianos saben que después de dos años del despeje aún no se han iniciado en serio las anheladas negociaciones y que esta zona, al parecer, ha sido una “Zona de Distracción”, que le permitió a la subversión: lograr la autorización del empleo de armas y uniformes; limitar a las Fuerzas Armadas y a las autoridades la misión de garantizar la honra y bienes de los habitantes; implantar la ley subversiva en la región la cual permite la violación de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario; crear un vacío de autoridad del Estado, suplantando las Fuerzas Armadas y autoridades legítimas por la de las subversión; sembrar el terror en la zona y en todo el territorio nacional por la intimidación y por los decretos emitidos por los diferentes medios de comunicación; lograr el abandono de toda la gente que había amasado la riqueza con el trabajo; obtener la legalización de un partido político con un brazo armado operando en todo el territorio nacional; lograr el desprestigio internacional del régimen y fomentar la creación de una nueva Colombia como república independiente con apoyos internacionales.

Desde que se hizo el despeje, el pueblo colombiano no ha visto una verdadera intensión de paz sino una gran escalada de la guerra sucia en la cual la guerrilla y los paramilitares han asesinado, secuestrado y desplazado al pueblo, que dicen defender, con el único objetivo de ejercer el dominio territorial de las áreas donde se cultivan y procesan narcóticos cuyo comercio les permite hacerse a inmensas cantidades de dólares para aumentar sus efectivos y para armar hasta los dientes a gente ignorante o ambiciosa que ve en los grupos armados un negocio rentable para hacerse a las tierras y a los bienes que otros han trabajado.

Siempre he creído que la salida al conflicto es la negociación en la cual intervengan los grandes responsables del caos económico, político, social y todos los actores de la violencia en el momento actual, sin exclusiones, con reglas claras y una veeduría internacional honesta ajena a los intereses de las partes en conflicto. Quienes sostienen que el conflicto colombiano es interno, están profundamente equivocados, pues desconocen que éste tiene el ingrediente del narcotráfico con tentáculos extendidos en todo el mundo, en todas las capas de la sociedad que le tolera y que éste afecta en muchos casos la seguridad interior de otros países.

La zona de distensión según las informaciones difundidas por medios de comunicación, se muestra ante los ojos del mundo como un territorio sin Dios ni ley, con una Constitución propia, donde se planean y ejecutan acciones que violan los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario y donde se consciente el negocio de la multinacional más grande del mundo, “el del narcotráfico”. Hoy se oyen voces de protesta de muchos representantes de la sociedad civil y de organizaciones nacionales e internacionales que antes apoyaron el despeje y que ahora no están de acuerdo con la prórroga por no existir posibilidades de un cese de hostilidadades.

Quiera Dios que la subversión entienda que no es conveniente para sus fines el hecho de levantar la bandera de la paz sobre los cadáveres de los campesinos, sobre las ruinas de poblados y campos arrasados, porque puede llegar el momento en que todo el pueblo se arme de valor y diga no más tiranía, no más vacunas, no mas secuestros, no más masacres, no mas chantaje, no mas sangre. Es necesario que también entienda que la gran mayoría del pueblo colombiano no quiere un Estado comunista y que la corrupción y los problemas que vienen desde antaño no se solucionan en pocos años y que por lo tanto no se debe hipotecar la paz con expectativas de cambio utópicos; es conveniente que concrete sus propuestas políticas, económicas, sociales, militares para que el pueblo soberano las conozca, las avale o las rechace para hacer de Colombia un país grande respetado y libre de corrupción.

Ojalá que en este tiempo que se prolongó la zona, sea de distensión y no mas de tensión de ánimos que nos puedan llevar a una guerra de destrucción o desmembración, como sucedió hace un siglo con Panamá, por la indulgencia de un gobierno complaciente y de un congreso ignorante que no tuvo la capacidad de conocer la estrategia final del adversario.

Periódico Acore Febrero de 2001

Coronel(r) Hector José Corredor Cuervo


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