viernes, 20 de mayo de 2011

TRAFICO DE ARMAS*


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Por Héctor José Corredor Cuervo

En Colombia muchas personas han considerado el narcotráfico, la corrupción, la delincuencia común, los grupos armados al margen de la ley, como las principales amenazas que afectan la seguridad de la Nación, sin pensar en otras que crecen a la sombra del narcotráfico o del contrabando como es el caso del “tráfico de armas, municiones y explosivos” del cual últimamente los periódicos y demás medios de comunicación han informado superficialmente sin detenerse en el análisis ya que éste negocio ha sido el causante de la muerte de millones de compatriotas en ésta guerra fratricida que atenta contra nuestra frágil Democracia y que es la responsable de la salida de capitales, de la ruina del sector agropecuario, de la emigración a otros países, del cierre de pequeñas y medianas industrias, de la quiebra del sector financiero y del temor generalizado de la población.

El tráfico de armas, igual al de narcóticos, es un negocio dirigido y controlado por grandes mafias internacionales y organizaciones nacionales enquistadas en todos los niveles de la sociedad, las cuales alimentan indiscriminadamente a la subversión, al narcotráfico, a las autodefensas, a la delincuencia común, al crimen organizado, a organizaciones privadas de vigilancia y a ciudadanos particulares.

Desafortunadamente para el país, no existen organismos internacionales adecuados que permitan el control de armas livianas como son los revólveres, pistolas, fusiles, ametralladoras, lanzacohetes, carabinas, etc. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha concentrado su esfuerzo sobre el control y vigilancia en la producción y transferencia de armas de destrucción masiva, esto es, de armas nucleares, químicas, biológicas y de aquellas que tienen materiales radiactivos; así mismo, ejerce algún control sobre las armas convencionales pesadas y no sobre las armas ligeras. Debido a la falta de control, a la inexistencia de acuerdos internacionales, a la gran demanda de los grupos en armas al margen de la ley y a la existencia de la economía subterránea proveniente de los narcóticos, la fabricación y el tráfico de armas se ha incrementado últimamente en todo el mundo.

En Colombia el tráfico clandestino de armas y municiones y explosivos se alimenta del mercado internacional especialmente de los países que pertenecían a la antigua Unión Soviética, de los movimientos subversivos de Centro América, de los Estados Unidos, de los países vecinos como Venezuela y Ecuador. Muchas de las transacciones de éste negocio se hacen utilizando al sistema de trueque cambiando las armas, las municiones y los explosivos por droga colocada en otros países.

Para controlar ésta gran amenaza se requiere una gran actividad internacional del Gobierno para lograr acuerdos, para sincronizar los mecanismos internos de control con las agencias internacionales. “Si no se adelantan gestiones internacionales inmediatas para controlar el tráfico de armas, municiones y explosivos que llegan por el Atlántico, el Pacífico, Venezuela, Panamá, Ecuador, Perú y Brasil, nuestro país, en corto tiempo, estará viviendo la guerra más cruel y pronto tendremos las nuevas Repúblicas Independientes de Narcolandia donde se impondrá la ley del mas fuerte por el empleo de fusiles y metrallas”.

Así como otros países, especialmente Estados Unidos, consideran una amenaza al narcotráfico por afectar su seguridad interna y exigen que los colombianos le hagamos la guerra al cultivo, producción y distribución de narcóticos, nuestro país también tiene el derecho y la obligación de exigir el control de la fabricación y tráfico de armas ligeras que están afectando nuestra seguridad nacional.

* La República., mayo 20 de 2000


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