viernes, 20 de mayo de 2011

SERVICIO MILITAR*

Por Héctor José Corredor Cuervo

Desde hace tiempo he venido anunciando la gran catástrofe nacional que se puede presentar si no se toman las medidas adecuadas para contrarrestar los vientos huracanados producidos por la corrupción política, económica y administrativa, por la acción soterrada nacional e internacional del narcotráfico, por la lentitud e incapacidad de la justicia, por la tolerancia de los colombianos con las organizaciones armadas al margen de la ley, por los enjuiciamientos irresponsables a las autoridades que se atreven a cumplir con el deber, por la concesión de privilegios a los delincuentes de cuello blanco o de alta peligrosidad, por la indolencia de todos ante el peligro, por la presión de intereses extranjeros, por la amenaza de la delincuencia común, por la limitada capacidad de medios de la fuerza pública para afrontar al mismo tiempo todas las amenazas.

Todos los que nos encontramos atrapados por la inseguridad, en medio de la tempestad y la incertidumbre mirando como se hunde lentamente pero seguro el barco de la Patria, esperábamos con ansiedad las propuestas claras y concretas de los candidatos a la presidencia para conducirlo a puerto seguro después del largo y atormentado viaje del siglo XX. Infortunadamente, como ya lo han dicho analista en economía, política, trabajo y seguridad social, los cambios en la conducción del Estado no se determinaron y menos no se ha dicho como se va a lograr la paz, como se va a conseguir dar mas empleo, como se va a generar más riqueza, cómo se va a disminuir el déficit fiscal, como se van a cambiar las estructuras actuales y como se va a garantizar la seguridad de todos los ciudadanos.

Como experto en Seguridad Nacional y por estar saturados los medios de comunicación con los análisis de las propuestas hechas por los candidatos, las cuales no conducen a cambios fundamentales, me limito a analizar muy someramente las propuestas de: "Acabar el servicio militar obligatorio o de profesionalizar el servicio militar".

El hecho de eliminar el Servicio Militar obligatorio contemplado en la Constitución Nacional no es facultad del Presidente de la República sino del Congreso lo cual implica tiempo; a no ser de que se cierre el Congreso o se convoque una nueva Asamblea Nacional Constituyente.

Pensar en acabar con el servicio militar obligatorio en medio del actual déficit fiscal que nos ahoga, no deja de ser una utopía politiquera y populachera por los siguientes motivos:

1. En la actualidad las Fuerzas Militares cancelan una bonificación mensual de ($31.958) treinta y un mil novecientos cincuenta y ocho pesos a cada uno de sus ciento cincuenta mil hombres regulares, esto es, ($4.793.700.000), cuatro mil setecientos noventa y tres mil millones setecientos mil pesos; al cambiar por soldados profesionales se tendrá que cancelar un sueldo mensual aproximado de ($500.000) quinientos mil pesos mensuales a los mismos 150.000 hombres o sea la suma de ($75'000.000.000), setenta y cinco mil millones de pesos mensuales.

2. Si se tiene en cuenta que la ley establece derechos para las esposas y para los hijos de los soldados se debe calcular un mínimo aproximado de $30.000 treinta mil pesos mensuales por familia o sea que se tendrá un gasto adicional de ($4.500.000.000) cuatro mil quinientos millones de pesos mensuales equivalente al actual gasto por bonificaciones.

3. La estructura del sistema de salud de las Fuerzas Militares está en quiebra por el gran déficit presupuestal y es totalmente insuficiente para atender las necesidades actuales; al aumentar el personal con derecho, se tendría que contar con grandes recursos que el país no tiene.

4. No es justo seguir alimentando con ($2.400) dos mil cuatrocientos pesos diarios a unos soldados profesionales como se están alimentando en medio de la indigencia republicana a los soldados regulares.

5. Se tendrían que apropiar dineros suficientes para cancelar todas las prestaciones sociales a que tendrían derecho los soldados profesionales o voluntarios lo cual implica grandes erogaciones.

6. Con bajos salarios se llenarían de soldados filibusteros o del rebusque a las Fuerzas Militares lo cual acabaría con la moral y la lealtad de los hombres en armas; en poco tiempo tendríamos convertidas las Fuerzas Militares en una gendarmería totalmente vieja, incapaz, inmóvil e ineficiente para afrontar los peligros o amenazas y se acabaría con el sistema de las reservas jóvenes.

7. Se iría en contra de las recomendaciones de la comisión del gasto público y del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo cual en los actuales momentos es imposible.

Siempre he pensado que para evitar la catástrofe nacional se requiere la colaboración de todos para acabar con las causas de la turbulencia económica, política, social y militar pero jamás había pensado que cambiando el sistema de incorporación de la tripulación que garantiza la seguridad y dejando el barco en medio de los mismos vientos fuera la solución. ¿No será mejor salir de la turbulencia con los medios apropiados que cambiar el sofá del timonel? ¿No será mejor que todos los colombianos seleccionemos al mejor Comandante Supremo para que dirija la tripulación con autoridad, dignidad que no se empeñe en seguir el mismo rumbo que en lugar de llevarnos a salir de la tempestad nos conduce más al ojo del huracán?.

* La República Junio de 1998


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