viernes, 20 de mayo de 2011

PATRIOTISMO E INTEGRACION*


Por Héctor José Corredor Cuervo

Hace varios años en los hogares se aprendía que el ser humano tenía tres amores que eran la razón de su existencia, que orientaban sus actividades, que ennoblecían su sentimiento y que hacían fecunda su acción: El amor a Dios, el amor a la Familia y el amor a la Patria. En los colegios y escuelas en las clases de religión y urbanidad se afianzaban estos principios y se inculcaba el amor al prójimo, el respeto a sus derechos y la gratitud para con los padres, en las clases de cívica se enseñaba el amor de patriota y se hacía aprender de memoria la descripción de Carlos Burges: “Patria.... es un pedazo de tierra bajo un pedazo de cielo, la tierra en que nacimos y el cielo bajo el cual queremos morir; tierra y cielo a cuya imagen y semejanza nos ha modelado la naturaleza y que por esto mismo, guardan con nuestro corazón, con nuestra alma, con nuestra sangre, nuestros huesos, las más profundas alegrías, la Patria es todo lo grande, lo pequeño, lo que pasa, lo que perdura y lo que ríe y lo que llora....” .

En la universidad se analizaba el contenido del sueño del libertador que obligaba a pensar en el bienestar de los demás, en el desarrollo de la Nación, en la unidad de la sociedad, en la necesidad de integración de Latinoamérica y en la cooperación entre naciones. Cómo no registrar algunos de sus pensamientos que quedaron grabados en la memoria y que se constituyeron en la guía de muchos: “El hombre de honor, no tiene más Patria que aquella en que se protegen los derechos de los ciudadanos y se respeta el carácter sagrado de todos los hombres libres y justos, sin distinción de origen y condición...”. “Legisladores: vuestro deber os llama a resistir el choque de dos monstruos enemigos que recíprocamente se combaten y ambos os atacarán a la vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano de opresión que rodean una pequeña isla de libertad, embestida perpetuamente por la violencia de las olas y los huracanes que la arrastran sin cesar a sumergirla...” “Amo la libertad de América más que mi gloria propia; y para conseguirla no he ahorrado sacrificios, unidad, unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa”.

Con el transcurrir del tiempo éstas enseñanzas se dejaron de aplicar, se fueron perdiendo los valores del honor, del valor, de la honestidad, de la abnegación, del patriotismo, de la unidad y de la integración, los cuales fueron reemplazados por la deshonestidad, la corrupción, la mentira, la cobardía y la intolerancia entre hermanos. Hoy cuando la barca de la Patria se ve metida en el huracán de la corrupción y de la anarquía por la pérdida de valores, cuando ya en las escuelas y colegios, ni siquiera se enseña el Himno Nacional, cuando los dirigentes no piensan más que en la apertura y en la estructuración de sus viejas maquinarias, cuando muchos colombianos ni siquiera se han dado cuenta de que todo lo que representaba el Escudo Nacional se ha perdido por causa de la mala dirigencia, es conveniente que todos despertemos para ponernos de píe con sentido de patriótico, para buscar el camino de la reconciliación, de la unidad, del bien común y de la integración antes de que sea tarde; es necesario que volvamos a querer la familia, a Dios y a la Patria y que hagamos revivir los valores perdidos para poder ver un país grande respetado y libre.

La República 3 de Julio de 2000


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