viernes, 20 de mayo de 2011

PELIGROS DE LA DEMOCRACIA*

Por Héctor José Corredor Cuervo

La democracia colombiana, contrario de lo que expresan los victoriosos aspirantes del continuismo, parece estar al borde de un precipicio cuando los explotadores de la violencia hacen público por todos los medios que tienen todo bajo su control y que al parecer sólo falta el último zarpazo para borrar los vestigios que aún quedan de la Dignidad Nacional. La democracia hoy enfrenta grandes peligros como son: el debilitamiento del poder político, la carencia de estructuras e ideologías de los partidos, la economía subversiva, la apatía de participación ciudadana, el atraso político, la debilidad interna del gobierno, la acción subversiva o paramilitar, el déficit fiscal y la aplicación indiscriminada de la fuerza.

El poder político que durante muchos años ha estado en manos de un pequeño grupo que se ha trasmitido hereditariamente el poder público y que ha tenido bajo responsabilidad el funcionamiento de la democracia, se ha venido debilitando desde hace muchos años por las prácticas corruptas del clientelismo, del caciquismo, de la barbarie política y de la manipulación del sistema electoral que ha permitido asegurar la conversión del partido de gobierno en una mayoría. "En nuestra historia republicana el partido de oposición solo ha llegado al poder del Estado por la división violenta del partido de gobierno el golpe de estado o la insurrección armada".

Los partidos políticos compuestos por una multitud de individuos ligados por cierta solidaridad y tradición han venido perdiendo la fuerza requerida por la carencia de estructuras adecuadas, por la ausencia total de ideologías, por la incapacidad de producir cambios significativos, lo cual hace suponer que una clase vieja dirigente no pueda generar las fuerzas del cambio desde adentro para modificar sus propias normas y sus viciados mecanismos.

La economía subversiva, debido a la corrupción reinante, a la perdida del poder económico de la clase dominante y a la ambición de la sociedad, hizo su aparición directa o indirectamente en la política; aprovechando la debilidad de muchos dirigentes regionales y nacionales, el dinero turbio entró a las arcas de las campañas para lograr la elección de alcaldes, concejales, diputados, gobernadores, congresistas y aspirantes a la presidencia, para obtener beneficios, para lograr el nombramiento de personas en los altos cargos de los ministerios y organismos de control que favorezcan sus intereses personales y para evitar la extradición. Este peligro es cada vez mayor si se tiene en cuenta el aprovechamiento de la "operación avispa" de los partidos tradicionales o la creación de algunos partidos y movimientos que se apoyan en los dineros de la economía subterránea.

La gran mayoría de colombianos, especialmente la clase media, cansados por la ineficiencia de los gobiernos, por la falta de credibilidad en la clase política, por la indiferencia de sus representantes en el congreso para cumplir con las promesas de satisfacer sus necesidades, han asumido una posición de apatía permitiendo peligrosamente que las minorías hagan mayorías por la abstención de la mayoría de ciudadanos. "La democracia no funciona porque no existe un interés cultural de la comunidad para cumplir con el sagrado deber de ejercer con honestidad el derecho al voto".

El pueblo permanece en los campos y pequeñas ciudades en una situación de atraso político el cual es aprovechado por gamonales, narcopolíticos y subversivos para falsear la expresión de la voluntad pública. Es lamentable ver como en las diferentes regiones del país la población campesina es arreada a las urnas bajo la presión, la intimidación o la compra de votos".

El gobierno desde hace varios años ha demostrado su debilidad al mantener una posición ambivalente entre la represión y el diálogo con los grupos alzados en armas, entre la represión y la legalización indirecta de los dineros del narcotráfico, entre la represión de los narcotraficantes y la aceptación de sus dineros en la industria, en el comercio, en la construcción, en la banca, en el deporte, en la ganadería, en la agricultura y en la política.

Los grupos subversivos y paramilitares, aprovechando la existencia de espacios vacíos en el territorio nacional, el marginalismo económico y social de algunas regiones, los desequilibrios entre las áreas rurales y urbanas y la presencia del dinero fácil se han venido consolidando en algunas regiones donde ejercen su autoridad llegando a impedir o sabotear las elecciones que éstos mismos pidieron en la Constituyente como las de alcaldes y gobernadores.

El déficit fiscal y la teoría neoliberal de reducir el gasto militar, ha permitido el debilitamiento de las Fuerzas del Orden último valuarte de la moralidad, sus grandes enemigos especialmente aquellos incrustados en el congreso y en el mismo gobierno las atacan e impiden que el servicio militar deje de ser prestado únicamente por los menos favorecidos contrario a lo establecido en el artículo 216 de la Constitución Nacional que determina: "Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas".

La aplicación indiscriminada de la fuerza pública para solucionar todo tipo de conflictos sociales o económicos, como el de la movilización de raspadores de coca, las movilizaciones de protesta por servicios públicos mal prestados o ineficiencia de los mismos, ha generado mucha inconformidad de la gente y rechazo de las Fuerzas del Orden sin que se den cuenta que allí en las filas está un hijo, un hermano, un tío, un cuñado o un amigo que cumple con un deber y que la responsabilidad de su empleo es del Presidente de la República como Comandante Supremo y de los diferentes gobernantes que solicitan su presencia en acciones que en muchos casos no son nobles ni altruistas.

¿Cuándo será que los dirigentes entienden que es necesario hacer cambios radicales en las estructuras de nuestra democracia y que es mejor hacerlos sin que medie la violencia? ¿Hasta cuándo será que los colombianos se dejan comprar con migajas? ¿No será que es hora de enseñar los principios de la democracia en colegios, escuelas y universidades para tener unos verdaderos ciudadanos en el próximo siglo? ¿Será que toda la sociedad se acomodó con los dineros del narcotráfico y tenemos que aceptar a sus empresarios como la nueva clase dirigente? ¿Hasta cuándo podrán sostener las Fuerzas Armadas una democracia con tantos vicios? ¿No será que todos estamos perdiendo una guerra que el gobierno jamás ha sido capaz de decretarla?.

A todos los colombianos nos corresponde en éste momentos dentro de nuestro sistema democrático fortalecer la unidad de la nación, lograr la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento; luchar por un orden político, económico y social justo; esto solo se logrará el día que todos tengamos conciencia nacional y participemos en la conformación ejercicio y control del poder político.

* La República 28 Marzo 1998

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