viernes, 20 de mayo de 2011

LA CRISIS Y LAS FUERZAS DEL ORDEN*

Por Héctor José Corredor Cuervo

En este momento de crisis moral, política, económica, cultural, de autoridad y de justicia que vive el país, la inmensa mayoría de Colombianos permanecen estupefactos y desorientados como consecuencia de la explotación e la bomba de narcotráfico que se encontraba incrustada dentro de la sociedad con la cual jugaron varios gobernantes, políticos, banqueros, industriales, comerciantes, agricultores, ganaderos, constructores, comunicadores y ciudadanos ambiciosos. Esta situación fue estudiada y analizada por las Fuerzas del Orden desde hace muchos años las cuales hicieron saber a su debido tiempo al gobierno el peligro que como factor de desestabilización presentaba la mezcla del narcotráfico con la política, la economía y la sociedad sin que fueran oídas para haber tomado la decisión oportuna y adecuada.

En el escenario de la Patria se ven volar las esquirlas de nuestras instituciones y de nuestra soberanía; se ven los autores principales escondidos detrás de telones o cortinas de humo ocultando su culpa; se observan dirigentes haciendo de bomberos con maquinaria obsoleta y con mangueras utilizadas hace tiempo cargadas de odio como combustible que avivan aún más las llamas del incendio; se atisban los saqueadores oportunistas que aprovechan la situación para cargarse con lo poco que queda; se advierte una población atónita y desilusionada que no sabe que hacer pidiendo auxilio aún a pueblos extranjeros; se ve a unos miembros de la Iglesia cumpliendo con su misión e aplicar la extremaunción a los que ya no tienen esperanza de vida y a otros dando consejos espirituales a los que aún quedan vivos para evitar tragedias como las de Sodoma o Gomorra; se ven los medios de comunicación un poco tímidos o parcializados informando al mundo sobre la gran catástrofe pero sin participación alguna en la solución al problema; por supuesto se ven las Fuerzas Militares y de Policía apagando las llamaradas de la injusticia, de la subversión, de la narcocorrupción, de los intereses internacionales, de la delincuencia común y de los odios sembrados desde hace muchos años. A éstas Fuerzas del Orden insuficientes para atender semejante hecatombe los enemigos las atacan con zapadores expertos colocados estratégicamente en puntos clave para derrumbar las bases fundamentales de la estructura como son: el honor, la honestidad, la lealtad, la obediencia, la disciplina y la moral negándoles los medios necesarios para cumplir con la misión y los recursos indispensables autorizados por la ley para que sus integrantes no tengan que convivir con la miseria, con el hambre y con el hampa. A la fuerza pública se le quiere responsabilizar de todo lo que ha pasado en el país sin darse cuenta que ésta no tiene decisión política y que a través de la historia son muchísimos los hombres que han sacrificado la vida en el altar de la patria apagando incendios los cuales no alcanzan a sofocar en su totalidad cuando ya tienen que extinguir otros que se han prendido con materiales cada vez más inflamables.

Para superar ésta crisis se requiere la sensatez, la colaboración de todos, la aceptación de la culpa, la presencia activa de unos dirigentes con carisma que piensen en la patria y que sean capaces de producir explosiones de inteligencia para que junto con las Fuerzas del Orden con sus Reservas, la Iglesia (Católica y Cristiana), los medios de comunicación, los empresarios y toda la gente de bien tiendan la mano a los desvalidos e inicien la gran obra de la reconstrucción para que pueda volver con el olivo en el pico la Paloma de la Paz.

Apartémonos todos del árbol del bien y del mal, que le ha hecho tanto daño al país, no aticemos más la hoguera y subámonos al tren de la reconstrucción moral, de la unión y de la concordia para que no nos sorprenda el año 2000 con nuestra Patria en escombros y cenizas pensando en quienes son los responsables de la catástrofe o del proceso 8000. ¡ AHORA O NUNCA!

* La República., enero 25 de 1998

* Boletín de Aprovisor


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